Ruta circular en el concejo de Oviedo: Oviedo – Naranco – Oviedo.
Longitud: 20 km.
Tiempo: 3 horas (con paradas).
Desnivel positivo acumulado: 550 m
Cota máxima: 634 m (en el Pico Paisano).
Cota mínima: 222 m (en Oviedo).
Ruter@s: Rosa, Manuela, Paula, María José, Puri, Mariví, Conchi, Juan, Juaco, Javi y Rubén.
Salimos de Oviedo a las 10 de la mañana desoyendo los consejos de todos los meteorólogos del país. Enfilamos la subida al Naranco por asfalto, que si bien no es durísima siempre tiene esa gotita de veneno que supone que a la segunda pedalada del día ya estás subiendo.
Siete kilómetros a buen ritmo y en grupo. La guinda, como siempre, las últimas rampas hasta el Sagrado Corazón, ya sean por carretera o por la trialera que apunta directa al icono ovetense. Recuperado el resuello no ha de faltar la protocolaria foto. No llueve, ni falta que hace.
Acometemos el descenso por una de las pistas falderas del Naranco. Pasamos sobre el Centro Asturiano y vamos dejando a nuestras espaldas la ciudad de Oviedo hasta perderla de vista totalmente. Tras un par de rampas cortas con sus correspondientes descensos enlazamos con la transnaranconiana pasado Lampayá y la completamos hasta la vaquería del Violeo.
Descendemos hacia Oviedo por asfalto y por la ladera suave del Violeo. El suelo no está para fiarse: hojarasca, erizos de castañas en cantidad y humedad por lo sombrío de este tramo de carretera. Pronto abandonamos de nuevo el asfalto para desviarnos a la derecha y acceder al Purificación Tomás y a la hermosa vista que desde él se tiene de la ciudad.
Y el tiempo nos ha respetado, ni una gota en toda la ruta. Rápida y agradable etapa por los alrededores de la capital salvada sin más incidentes que un revolcón ladera debajo de Mariví provocado por Paula. Las distintas fuentes consultadas (como la Gabinona, la del Pastor o la de la Plaza de Castilla) confirman que el lance pudo ser involuntario (por ahora no hay noticia de ninguna querella interpuesta por Mariví contra Paula).
El cariñín de hoy es para nuestra añorada Patri, que andará p’allá alantrón por esos mares de dios. Un beso fuerte, nos vemos en un pis-pas.
