Este Domingo de Ramos, y de la mano de Olaya, hemos pisado todos los terrenos imaginables: asfalto, tierra, piedra, barro, agua, hierba, grava… todos excepto moqueta y parquet.
Ruta circular en Noreña, Siero y Oviedo: Noreña – la Grandota – Noreña, (13/4/2014).
Longitud: 27 km / Tiempo: 3’5 horas / Desnivel positivo acumulado: 700 m.
Ruter@s: Olaya, Conchi, Manuela, Juan, Juaco y Félix.
Nos ponemos en marcha a las 10 de la mañana junto a la estatua de Su Majestad Serenísima “el Gochu”, en Noreña. Ni frío ni calor, ni viento ni calma, ni llueve ni escampa, perfecto para ir en bici. La sonrisa pícara de Olaya cuando le preguntamos por la ruta nos hace sospechar que nos espera una etapa de calidad, exigente, ¿cruel?… veremos. Aún están sonando los “claks” de los automáticos y ya nos vemos subiendo. Rodamos en dirección Sur camino de Hevia contra pendientes suaves, pero pronto los porcentajes crecen a medida que giramos hacia el Este en dirección a Molledo.
Alrededor del kilómetro 5 estamos ya ganando altura abruptamente y aproximándonos a la sierra de la Paranza. Pisamos tierras de los antiguos Astures Transmontanos, que por aquí dejaron importantes complejos castreños y explotaciones metalúrgicas. Superada la capilla de San Fernando afrontamos 5 kilómetros muy duros que nos llevan a La Bobia. Hemos ganado los altos de Peñabeneros donde subidas y bajadas se suceden hasta dejarnos a pocos metros de la cumbre de la Grandota. Hace rato que transitamos por el concejo ovetense y por los trazados del Desafío BTT Ciudad de Oviedo, así que no dejan de castigarnos duras rampas que se vuelven muy técnicas con el terreno húmedo.
Poco antes de coronar la Grandota giramos a la derecha y perdemos altura rápidamente dirigiéndonos a Limanes por senderos estrechos y técnicos con fuertes escalones de piedras calcáreas muy angulosas. A medida que descendemos entramos en el país del Nora y los mil arroyos que lo alimentan, en el parque acuático del río que da nombre al concejo de los sabadiegos. Caminos enlodados, charcales interminables y suelos extremadamente blandos ponen a prueba nuestra pericia y torturan a nuestras máquinas.
El bosque asturiano está en plena Operación Triunfo primaveral así que incontables aves compiten por llamar nuestra atención y, supongo, la de sus congéneres. Declaramos ganador al cuco que unos kilómetros atrás nos amenizó la siempre bienvenida parada del plátano. Pero ni toda esta cacofonía aviar ahoga los chirridos de protesta que llegan desde nuestras cadenas y piñones casi invisibles por el barro. Afortunadamente lo difícil está hecho.
Reencontrándonos con el asfalto, llegamos a Campo de Vahiña y poco después a Tiñana, lo que nos permite apreciar desde la distancia el bello Palacio de Meres. Buscamos la carretera nacional y encaramos con alegría los últimos kilómetros que a buen ritmo nos han de devolver a Noreña. Estupenda ruta, como siempre fue un placer rodar a las órdenes de Olaya.