Ya están las chicas Una a Una preparando su regreso a Asturias después de tres intensísimas semanas de deporte, aventura, convivencia y solidaridad.
Han visto de cerca el techo del mundo, han hollado los 6120 metros de la cumbre del Lobuche Ri, han caminado alrededor de 150 kilómetros por los pedreros del Himalaya, han pisado sus nieves perpetuas y sentido frío y agotamiento. Han vivido, en definitiva una experiencia única.
No podemos estar más orgullosas de ellas. Una vez más han demostrado fuerza y corazón. Han llevado a cabo una gran labor ayudando a Maiti Nepal, tratando en último término de llevar un poco de luz a algún niño sin esperanza. Estos días han vuelto a visitar la sede de esta ONG en Kathmandú comprobando de primera mano la magnífica labor que allí se realiza y compartiendo unas horas con niños y niñas rescatados por Maiti Nepal.
En Una a Una siempre hemos pensado que si un grupo de personas como nosotros, privilegiadas al fin y al cabo, no es capaz de levantar la vista de su propio ombligo de cuando en cuando, no es capaz de pensar en los demás, de hacer algo por los desafortunados, de contribuir siquiera un poco a dejar a nuestro paso una sociedad mínimamente más justa, entonces nada vale la pena. Si todo se reduce a un triunfo personal, a un frío éxito deportivo, poco mereceríamos llamarnos “equipo”, poco honor habría en nuestras mochilas.
Así que bravo por nuestras valientes chicas Una a Una. Este domingo ya estarán en Asturias. No sin antes, hay que decirlo, participar en la Media Maratón de la Mujer de la capital de España, una prueba deportiva que destinará íntegramente el precio de inscripción a las asociaciones que luchan por erradicar de nuestra sociedad la salvaje práctica de la mutilación genital femenina.
¿Son o no son lo máximo?