Ruta Lineal: Midelt – Tagoudite (3/9/2014) (etapa ADARSA)
Ruter@s: Rosa Puri, Paula, Laura, Manuela, Charo, Mariví, Conchi, Mariajo, Noelia, Joana, Ángel, Víctor, Jony, Juan, Felipe, Juaco Gonzalo, Sabino y Félix.
Longitud: 91 km – Desnivel positivo acumulado: 1730 m – Tiempo (con paradas): 9’5 h
Nos levantamos bastante antes del alba pues nos espera una cantidad incierta (pero muy grande) de horas sobre las bicis. Quien más, quien menos, todas llevamos casi una semana sin pedalear, de modo que el día se presenta amenazante.
A las 7 estamos en ruta y cruzamos la vega de Midelt serpenteando entre casas humildes y huertas. Serán unos 10 kilómetros llanos que nos hacen entrar en calor y nos van alejando de los espacios habitados. Vemos salir el Sol y comenzamos a subir, casi imperceptiblemente al principio.
En torno al kilómetro 25 estamos inmersas en una pelea descarnada contra un puerto larguísimo de pistas empedradas y polvorientas y contra un sol inclemente que dispara la temperatura. Empezamos a ver jaimas donde pasan muchos meses al año las familias de pastores bereberes. Nos sobrecogen las durísimas condiciones de vida de estas gentes, de estos niños que salen a nuestro paso y nos ven alejarnos sin comprender quiénes somos y por qué queremos meternos en su infierno… paraíso… país.
La subida se hace larga pero al fin coronamos un collado y vemos la recompensa: el imponente Circo de Jafaar, un horno lunar con una belleza sobrecogedora. Bajamos una pista rápida y alcanzamos la ladera Sur del Jafaar donde aparecen, como una alucinación, gigantescos árboles centenarios torturados por el viento y el sol. No hay palabras para explicar el impacto visual.
Tras unos kilómetros de sube y baja comenzamos un nuevo ascenso, no tan exigente como el primero, que nos deja en el kilómetro 50 donde empezamos a alternar algunos breves tramos asfaltados con sendas de montaña. Volvemos a descender para reunirnos con el río Touraa it Moussa, cuyo cauce acompañamos durante un buen rato observando la devastación causada por las recientes inundaciones que han arrasado las pocas carreteras y pistas que permiten cierto grado de comunicación entre los pueblos de la comarca.
El todoterreno que nos acompaña y con el que nos reunimos cada 15 o 20 kilómetros (a bordo nuestros ángeles de la guarda: Khallá y Abdhulá) se queda atrapado en un lodazal y Una a Una fue por un momento patrulla de rescate. Avanza la tarde, y como cada día aquí, el cielo se cubre y amenaza tormenta. Conseguimos sacar el todoterreno del hoyo que excavaran sus ruedas justo cuando empieza a tronar y el cielo se vuelve negro. Estamos en medio de un cauce de montaña, en un paraje semidesértico, justo antes de una tormenta: el peor lugar imaginable, como atestiguan las caras de preocupación de nuestros guías.
Salimos airosas del apuro y escapando de la lluvia por los pelos vamos subiendo por la garganta del Moussa observando admiradas las formaciones rocosas que flanquean nuestra ruta. Espoleadas por la cercanía de la meta, y también de la tormenta, llegamos al fin a Tagoudite casi a las 5 de la tarde y tomamos posesión de este poblado bereber donde nos relajamos, al fin, hasta la hora de la cena.
Un ingenioso dispositivo parecido a una ducha y tres estancias que podríamos acordar llamar habitaciones son nuestro descanso del guerrero. Más revueltas que juntas, más orgullosas que cansadas, nos retiramos a dormir. Mañana será otro día, otra aventura.
De momento Una a Una triunfa en el Atlas y dedica esta primera etapa a Adarsa, cuya colaboración con Pedaladas Solidarias Trans-Atlas 2014 agradecemos y nos anima a seguir dando lo mejor de nosotras.